Por Luis Pablo Cuba Rojas
Bolivia ha cambiado sustancialmente desde el 2015, en términos económicos, sociales y políticos. Si se recuerda, la elección general de 2020 fue la primera elección sin Evo Morales desde 1997 y la primera votación que ha cumplido con el referendo del 21 de febrero de 2016, que le dijo a Morales que no podía aspirar a una nueva reelección. Según el periodista Pablo Ortiz, durante toda la campaña se había hablado del siguiente quinquenio presidencial como un ejercicio de transición antes de llegar al post-masismo, pero las urnas decidieron contradecir a los pronosticadores de la política y dictaron sentencia: no era el proyecto del MAS el que estaba agotado, sino el mando único, la repetición sin fin de la figura de Morales como presidente. Sin embargo, nos encontramos ante una importante pérdida de confianza en el gobierno, en su partido y en sus propias contradicciones internas, que han desviado la atención de los verdaderos problemas que tiene el país, hasta el día de hoy.
Lo más preocupante para la democracia en Bolivia es que se ha entrado en una crisis profunda y que se refleja en la desconfianza de la sociedad civil y casi a cinco años después, los ciudadanos no creen que el gobierno de Arce pueda resolver los problemas económicos, sociales y políticos como se observa en el siguiente cuadro:
Cuadro 1. Opinión sobre la capacidad del gobierno para resolver problemas económicos, por departamento. (En porcentajes)

Los ciudadanos de Santa Cruz no confían nada o muy poco en la capacidad del gobierno para resolver los problemas económicos y le siguen Cochabamba (86,7%) y La Paz/El Alto (82,6%) lo que muestra que hay un gran desajuste de la economía en términos de su funcionamiento.
Sin gas, sin dólares con una canasta familiar en alza
A lo anterior, podemos destacar que la desaparición de los dólares afecta el abastecimiento del mercado interno y la generación de divisas a través de la exportación de bienes y servicios, sumándose la caída de exportación del gas que bajo a niveles mínimos.
La escasez de dólares en Bolivia afecta principalmente a los sectores que dependen de importaciones, como las pequeñas y medianas empresas, y el sector exportador resultado de un modelo fracasado. Estos sectores enfrentan mayores costos y retrasos en la adquisición de insumos, tecnología y productos terminados, lo que provoca un encarecimiento de bienes básicos y una presión inflacionaria que el Gobierno apenas puede contener. Además, el sector exportador también está bajo presión, ya que podrían beneficiarse de un tipo de cambio más favorable, pero el mantenimiento del tipo de cambio fijo impide que estos actores mejoren su competitividad en mercados internacional.
Quien se iba a imaginar que se iba a complicar de esta manera la economía boliviana, sin gas, sin dólares y con una canasta familiar en alza nos lleva a definir al país en un verdadero chenko. Esta crisis que se arrastra desde hace 10 años, frente a la descomposición de la economía boliviana como resultado de la caída de sus materias primas, con un estado gigantesco, con empresas estatales deficitarias y con muchas dificultades para mantener las subvenciones que en su momento permitió el desarrollo de la agroindustria cruceña y otros sectores económicos en el país, pero a su vez generó las contradicciones entre los bloques de poder compuesto por sindicatos de campesinos, principalmente del Chapare, que hoy ha terminado cooptado por mafias del narcotráfico y grupos de poder económico vinculados al tráfico de estupefacientes no convencen a la sociedad boliviana. Una economía que ahora no tiene un rumbo definido y una democracia fracturada sin capacidad para resolver la actual crisis. Esperemos no llegar a una ruptura total entre los distintos actores sociales y económicos.
Acerca del Autor:

Pablo Cuba
Licenciado en Ciencias Económicas y Sociología, Máster en Desarrollo Económico en América Latina (Universidad Internacional de Andalucía), y Especialista en Estudios Socio Económicos y de Impacto Ambiental (Universidad de Los Andes, Bogotá-Colombia). Docente Universidad Mayor de San Simón.