Por: Luis Pablo Cuba Rojas* / lpcubarojas@gmail.com
Concluye el primer semestre 2024, con noticias económicas no muy alentadoras para Bolivia. Un comercio internacional negativo, déficit fiscal muy alto y niveles de confianza en el gobierno cada vez más bajos. Por el otro lado, nos encontramos con las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMES) que son la base del entramado productivo de un país, y que generan un impacto positivo que excede el beneficio que recibe el productor sino también por el importante impulso a la economía.
En efecto, además de generar riqueza son importantes generadoras de mano de obra y, por lo tanto, para fortalecer la economía local; permiten una distribución geográfica más equilibrada de la producción y del uso de recursos y de la riqueza que generan en base a su propio esfuerzo e iniciativa empresarial. Es importante señalar, que tienen una flexibilidad que les permite adaptarse a los cambios tecnológicos y económicos y en muchos casos detectar nuevos procesos, productos y mercados y en el caso del postcovid mostraron una capacidad admirable de reinvención.
El resultado de la encuesta de expectativas (CERES 2022) nos mostró los efectos de ese proceso frente a la crisis sanitaria. Sobre todo, poseen una capacidad dinámica y una gran potencialidad de crecimiento. Varios modelos de desarrollo productivo de países que hoy figuran entre las principales economías, se han basado en políticas exitosas de fortalecimiento y promoción del crecimiento de sus empresas de menor aporte relativo.
Si nos ubicamos a principios de este siglo y en el marco de una política macroeconómica orientada a reconstituir el tejido productivo, para asegurar la generación de empleo de calidad, las PYMES, siguen haciendo gala de esas ventajas comparativas asociadas a la flexibilidad y adaptabilidad a los cambios, han venido mostrando una excelente performance.
Es importante señalar, que, desde lo estructural, el proceso de crecimiento ha generado cambios importantes y positivos en el entramado productivo de las PYMES. Un estudio reciente sobre las expectativas económicas en Bolivia, realizada por CERES muestran que esa creciente expectativa positiva es importante posterior al Covid-19 a pesar de la ausencia de políticas económicas que hubieran fortalecido este sector en una mejor situación económica.
Es importante señalar, que, desde lo estructural, el proceso de crecimiento ha generado cambios importantes y positivos en el entramado productivo de las PYMES. Un estudio reciente sobre las expectativas económicas en Bolivia, realizada por CERES muestran que esa creciente expectativa positiva es importante posterior al Covid-19 a pesar de la ausencia de políticas económicas que hubieran fortalecido este sector en una mejor situación económica.
Si se considera, la asociatividad entre empresas, la incorporación de tecnología y de diseño, el fomento de la actividad emprendedora, en particular de los jóvenes es una dinámica muy interesante; la facilitación de la inversión productiva; la mejora en el acceso al financiamiento ha sido importante en los últimos años a pesar de la ausencia de apoyo real desde el Estado.
El sistema financiero en Bolivia fue importante para generar esa dinámica, como el caso del Banco Eco Futuro que tuvo un papel clave en el desarrollo de la microempresa en el país, en la que una mayor oferta de crédito a fines de los años 90 y nuevas reglas de juego más estricta permitieron que los clientes se vieran beneficiados por una mayor oferta de crédito lo que implicó acceder a mejores condiciones de plazos y tasas de interés. Además, de poder seleccionar entre los diferentes oferentes institucionales y también elegir entre los distintos tipos de productos ofrecidos en el sistema financiero. Sin embargo, se produjo un sobreendeudamiento que tuvo efectos negativos en la industria del microcrédito. Una vez superados esos contratiempos, la especialización en programas de crédito para ámbitos rurales y urbano tuvo efectos muy importantes para el desarrollo microempresario en el país.
Es necesario tomar en cuenta el significativo aporte de las Pymes, a la demanda de empleo de mejor calidad, dado que las Pymes duplicarían en productividad a las empresas; por otra parte, su capacidad de innovación también es superior, como sería su mayor facilidad para encadenarse con los microempresarios y, finalmente, el hecho de que se sitúen en sectores no tradicionales de la economía que tienen mayor potencialidad de crecimiento.
En el caso específico de Bolivia, el desarrollo de los flujos de información y conocimiento se ha ampliado entre las empresas pero es todavía muy limitado todavía para las empresas medianas y pequeñas. Esto limita la difusión de conocimientos tecnológicos y es muy importante observar que hay variables como la educación, el acceso a recursos financieros e institucionalidad alcanzada lo que permite la coadyuva en procesos de innovación del sector empresarial.
La baja especialización de las microempresas y pequeñas empresas en Bolivia en lugar de ser un punto negativo ha sido un factor que ha evitado exponer al país a los choques externos, en el sentido de disminuir su vulnerabilidad económica ante los cambios en los paradigmas tecnológicos y de procesos de innovación.
Es importante destacar que en Bolivia predominan empresas familiares o como les hemos denominado microempresas que son producto de las estrategias de sobrevivencia más que de iniciativas empresariales modernas, y aunque su desarrollo es más lento juega un papel importante en el desarrollo económico del país. Estos aspectos y otros se han desarrollado en una investigación donde se intenta una exploración teórica y empírica sobre los procesos de innovación en Bolivia y se plantean políticas que se deben tomar en cuenta para la toma de decisiones del sector productivo en el país sobre todo desde el punto de vista de las formas de apropiación de los procesos de modernización y gestión del desarrollo.
*Director e Investigador del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES)
Acerca del Autor:
Pablo Cuba
Licenciado en Ciencias Económicas y Sociología, Máster en Desarrollo Económico en América Latina (Universidad Internacional de Andalucía), y Especialista en Estudios Socio Económicos y de Impacto Ambiental (Universidad de Los Andes, Bogotá-Colombia). Docente Universidad Mayor de San Simón.