Por: Pedro Andrés Badran L.
El departamento de Cochabamba, que acaba de pasar su mes aniversario, ha evidenciado un descuido alarmante por parte de sus autoridades. Ya el hecho de que el presupuesto de inversión en proyección hasta el 2025 vaya disminuyendo sistemáticamente año tras año nos confirma el descuido institucional, 1.010.881.538 bs fueron aprobados para el 2022, 956.081.624 bs se estiman para 2023, 954.977.554 bs se proyectan para el 2024 y 954.061.133 bs para el 2025. ¿Esto es mucho, o poco? Pues, digamos que el municipio de Cercado tiene un presupuesto tres veces mayor, pero el departamento debe atender 47 municipios.
Nos hemos vuelto un departamento mendigo, pendiente de las limosnas que nos suelta el gobierno central. Y es que las autoridades departamentales no somos más que actores figurantes, ni siquiera de reparto, en la película de nuestro desarrollo. La participación de la gobernación en las principales obras de impacto departamental, como el tren metropolitano o la ciudadela de la salud, rayan en lo simbólico. Es una realidad inobjetable que el desarrollo del departamento se define desde unos cuantos ministerios en La Paz.
Si alguien pensaba que por ser la cuna del MAS nos iría bien, pues se equivocaron, Ya que una vez en el poder les tocó contentar a la sede de gobierno y al motor económico del país. Nos dejaron a cargo de quienes, por no molestar a sus jefes, jamás reclamaron los derechos y los intereses de los cochabambinos.
Hoy por hoy la producción de petróleo no es más que un recuerdo del pasado, el departamento tiene el terrible problema de no generar recursos propios y lo que nos tocaba por IDH se ha ido desvaneciendo por falta de proyectos de exploración. Ni hablar del aporte del departamento al Estado Plurinacional, pues Cochabamba vendió su petróleo a 24 dólares el barril, precio congelado, resignando sus posibilidades de desarrollo regional en favor del subsidio de a los hidrocarburos de todo el país. Mejor dicho, de los precios más altos de la historia del petróleo, Cochabamba no recibió nada.
En éste año nos entregaran el famoso Tren Metropolitano, para variar incompleto. De tres rutas nos entregaron dos, una es de apenas cinco kilómetros. Pero, ¿Saben qué? Hay que recibirlo, usarlo y cuidarlo, así incompleto, pero reclamando su pronta finalización. ¿Saben por qué? Porqué al fin y al cabo lo hicieron con nuestra plata, es nuestro, no importa que sea un tren turístico, que las estaciones sean muy pequeñas, etc., etc. Mi abuela decía “del mal pagador hasta en piedras” y fueron nuestros 300 millones de dólares que se gastaron en ése tren. El Estado no regala nada, el Estado quita para luego devolver, lamentablemente suele devolver menos y mal. En todo caso es nuestro.
No podemos olvidar la Ciudadela de la Salud. En ésta obra podemos apreciar el afán de los políticos por simplemente aparentar. La piedra fundamental fue puesta en mayo, pero recién en agosto apuraron gestiones para que en La Paz cambiaran la razón social de la expropiación original al club Hípico (Que era el Batán), hasta hoy se puede constatar que no se ha puesto la segunda piedra. Más allá del flagelo fragante a la propiedad privada, vemos también el desdén de las autoridades por apurar la política pública de salud más importante de la historia de los cochabambinos. Ni siquiera el contexto de pandemia global y emergencia sanitaria nacional logran apurar los lentos ritmos burocráticos de un Estado Plurinacional grande, lento, lerdo, devorado por el centralismo.
El caso del Hospital de Tercer Nivel de Villa Tunari es una paradoja muy singular, puesto que se encuentra listo para empezar a funcionar DESDE EL AÑO PASADO. Pero no se puede entregar la obra porque faltan Ítems. Dichos Ítems deben ser asignados desde La Paz y desde el año pasado que no se logra ese favorcito para Cochabamba, teniendo un hospital listo para inaugurar, se dan el lujo de dejarlo así en stand by. ¿Puede imaginarse usted tener un hospital de tercer nivel, equipado, listo para funcionar, pero que no sucede pues al gobierno central no le da la gana y desde acá no reclamamos nada? (Adjunto algunas fotos del hospital).
Así pues, el refrán que dice que a los cochabambinos nos crecen nabos en la espalda coge mucho sentido, pues no reclamamos por nuestros intereses regionales: la conectividad intermunicipal, la recuperación de la cuenca del río Rocha, los predios casi sin uso que dejaron los juegos bolivarianos, el parque Industrial Santibáñez, el acabose del potencial petrolero del departamento y un larguísimo etc., hacen parte de un contexto de múltiples variables y muy difícil para el departamento, donde nuestros asambleístas departamentales no legislan y por tanto no ejercen la autonomía de la que gozamos por derecho constitucional, donde nuestro gobernador no reclama por los derechos de la cochabambinidad ante el centralismo azul, al parecer por no incomodar a su partido.
Acerca del Autor:
Pedro Badrán León
Licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, fotógrafo de afición, videasta y escritor. Ha trabajado diferentes temas de investigación que van desde el narcotráfico, pasando por los recursos comunes, seguridad alimentaria, entre otros. Así mismo, ha trabajado en el área de marketing electora en varias campañas proselitistas. Es asambleísta departamental por la Alianza Súmate para el periodo 2022-2027.