Esta mañana llego la triste noticia del fallecimiento de Elinor Ostrom. Es muy difícil describir lo que se siente cuando una maestra como Elinor nos deja. Nos causa mucho dolor porque ella con su magnifica y poderosa presencia ya no estará para compartir su saber con nosotros. No estará para crear teorías, conceptos y herramientas sobre las investigaciones de los comunes y las instituciones. No estará para apoyarnos con sus poderosos pensamientos y su voz humilde, con narrativa clara y de estratégicas propuestas para el manejo de los recursos comunes, para los bosques y para la gente.

Cuando Lin, con una sonrisa, orientaba nuestra empírea, nos apoyaba a mejores entendimientos, dándonos confianza e instrumentos para nuestras propias exploraciones, lo hacia con amor y confianza. Nos da pena y dolor, porque ya no la tendremos apoyando nuestros desafíos, con su fuerza y abriendo puertas para hacer que se realicen. Nos da pena porque ella siempre será un premio nobel de la controversia y la reflexión.

Lin Ostrom nuestra maestra se fue, descansa, pero difícilmente nos resignamos. Y no habrá ceremonia suficiente que rinda culto a sus aportes académicos y humanos a una red mundial, a la academia mundial y a la lucha de los pueblos por la autogobernacia y la participación social en la gestión de los comunes.