Un artículo a propósito de la publicación «Bolivia: Revirtiendo Traumas»

Un artículo a propósito de la publicación «Bolivia: Revirtiendo Traumas»

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Un artículo sobre el libro “Bolivia: Revirtiendo traumas” de Bruno Boccara, un ensayo publicado el año pasado por Plural Editores y el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES)

La paciente: Bolivia. La cura: volver a Potosí

Chellis Glendinning (*)

¿Se ha preguntado por qué, en Bolivia, médicos con sus mandiles blancos y sus estetoscopios rompen su juramento hipocrático y arrojan piedras a la Policía? ¿Ha pensado por qué la pérdida del mar reina como si hubiera ocurrido ayer? ¿O los gobiernos saltan entre dictaduras y revoluciones como óperas en la tradición de Gilbert y Sullivan?

Bruno Boccara, licenciado del Psychoanalytic Institute New York University, Estados Unidos, brinda algunas respuestas.

“Bolivia: Revirtiendo traumas”, es una obra que promete lo que se denomina “un socioanálisis”. En efecto, es un avance para comprender la compulsión de repetir ciertos temas en la vida pública de Bolivia.

 Mitos y defensas

Bruno Boccara presenta el robo por los españoles de las riquezas del Cerro Rico de Potosí y la esclavitud de los trabajadores como el Trauma Original. Después de esta tragedia, dice, los temas psicológicos que surgieron incluyeron: 1) Identificación con la victimización; 2) Temor a ser despojados por el extranjero, que produce una escisión nosotros/el otro y la figura del enemigo; 3) Confusión entre odio y envidia del enemigo; 4) Un choque entre grandiosidad sobre los recursos naturales ilimitados y ansiedad de ser oprimidos por ellos; 5) Creencia en la pureza de las culturas originales; 6) Deseo para su reparación; y 7) Atracción por “hacer de la revolución” un alivio instantáneo del sufrimiento.

Todo ello resultó en una ambivalencia crónica, cuyas contradicciones retumban por los gobiernos y los movimientos sociales; aparecen en la literatura, el cine y las filosofías; y se reflejan en los comportamientos de sus ciudadanos.

De ahí emergen “defensas sociales” contra las experiencias brutales que dan luz a la historia volátil y repetitiva del país: sentimientos/mitos/creencias que reflejan los temas producidos por el trauma original –ahora proyectado al presente–, sustitutos que protegen contra el temor de la aniquilación del pasado.

Por ejemplo, para Boccara la demanda inmutable para el retorno al mar es un trauma “elegido” y secundado por la experiencia original de colonización. Además, la Guerra del Gas presentó otra oportunidad para evocar los sentimientos inacabados del pasado (victimización por el extranjero, envidia,  deseo de venganza, demanda por reparación). Y otro aspecto de la Guerra del Gas que señala es la Ley de Participación Popular, principal logro del Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, que pavimentó el camino para el fortalecimiento de las comunidades deprimidas y el ascenso de Evo Morales, desde dirigente sindical hasta presidente, y que resultó ser la fuente de su caída.

Por lo tanto, la pregunta que surge es si fueron las cuestiones psicosociales las que presionaron al Gobierno de Sánchez de Lozada a preparar la escena, en nombre de todo el país, para que los políticos indígenas pasen a primer plano.

Personal y colectivo

Hoy en día un comportamiento común entre bolivianos es la reactividad. Los conductores tocan sus bocinas implacablemente, a pesar de que puedan ver que el bus de adelante ha parado para que unos pasajeros bajen.

Hay el impulso a mentir sin preocupación por las consecuencias. La dueña de la casa alquilada insiste que la obra para proveer servicios básicos ya está hecha, cuando no está y no tiene intención de hacerla.

Hay agresión. Un joven agarra el espacio en una cola ocupado por una discapacitada. Y una falta de tomar responsabilidad. El conductor choca con otro vehículo y se da a la fuga.

En lector podría preguntar: ¿Cuál es la relación entre lo colectivo y lo personal?  ¿Lo histórico y el presente? ¿Cuáles son los mecanismos que dan forma a tal dinámica? ¿Pasan desde una generación a otra por instrucción directa? ¿Por la inspiración de modelos? ¿Por la presión del grupo?

Boccara propone una manera de transferencia más profunda, citando a V. Volkan: “La transmisión transgeneracional de un trauma enorme (…) no es simplemente una cuestión de compasión transgeneracional (…) Es más bien el resultado de procesos psicológicos, casi siempre inconscientes, por los cuales los sobrevivientes depositan las imágenes lastimadas que tienen de sí mismos en el núcleo de la identidad de sus descendientes, con el fin de aliviar sentimientos de vergüenza y humillación (…) y su incapacidad de procesar el duelo”.

Recuperación

El trauma es una experiencia demasiado violenta o brutal para asimilar; y resulta en la fragmentación de la conciencia.

Algunos aspectos se recuerdan en el consciente; otros huyen al inconsciente donde se producen síntomas que gritan por atención hasta que sean integrados.

El objetivo es reunir todos los elementos –sentidos, emociones, la cronología de los eventos, entendimiento de su significancia– y sólo entonces pueden pasar a la tranquilidad de la memoria.

Los consejos de Boccara para que Bolivia pueda lograr tal proceso se iniciarían en el Gobierno: crea espacios seguros para compartir sentimientos de victimización, inicia diálogos sobre cómo el país puede mejorar, gana acceso soberano al mar y entonces juega “un rol clave en el hallazgo de soluciones a las imprevisibles dinámicas psicosociales que afectan a países de todo el mundo”.

¿Dudas?

Es la responsabilidad del analista admitir sus prejuicios. Boccara no hace eso. ¿Hay indicios en su biografía? Antes de sus estudios en psicoanálisis se graduó con doctorados en ingeniera y economía y trabajó como economista en el Banco Mundial y consultor en temas del desarrollo.

¿Supone eso que tenga una actitud a favor del desarrollo neoliberal?  Es así. Sobre Sánchez de Lozada dice: “La demonización de alguien a quien en los círculos de mayor educación y de pensamiento político occidental se considera (…) un visionario, es muy difícil comprender” y recomienda la explotación de recursos naturales y la transformación hacia una economía de conocimiento.

Por contraste, ciudadanos de Francia, Alemania, EEUU, etcétera, –países cada uno con sus propios temas psíquicos– no interpretaron el plan para enviar gas a Chile y la posterior Guerra del Gas como una pérdida de ganancia financiera, sino como un enfrentamiento contra la Organización Mundial de Comercio que, con sus leyes, da todo el poder a las corporaciones transnacionales –sin moral, democracia, soberanía nacional ni regulaciones para proteger a trabajadores o la naturaleza–. Además, Boccara disminuye la importancia en el avance del estrés por la violación sexual de las mujeres indígenas por los varones españoles, mientras asegura que tales delitos tuvieron efectos graves en las psiquis de todos.

A pesar de tales faltas, la obra nos ofrece un regalo. Como anota Roberto Laserna, el chiste popular de que Bolivia es “loca” le otorga un marco refrescante. Lo que Boccara ofrece es el matiz del estrés que vive en la psiquis colectiva. Aquí encontrará el desafío para dar vueltas hasta un futuro desentorpecido del pasado.

(*) La autora es Ph.D., psicóloga enfocada en la recuperación de estrés postraumático

El artículo original lo puedes encontrar aquí. Ha sido publicado por el periódico Los Tiempos