Autora: Laura Rivera Tapia
Los últimos meses nos retan a pensar en temas que de una u otra forma no tengan que ver con la crisis geopolítica ruso/ucraniana. Entre otras cosas, la guerra obliga a repensar el efecto que la globalización tiene sobre conceptos básicos como los de soberanía e identidad. El nombre de Alexander Dugin resuena en diversos análisis del conflicto, por ser para muchos el estratega político que mayor influencia tiene sobre la actual política exterior de Putin. Criticado y alabado, Dugin es el gran ideólogo de la cuarta teoría política y del Eurasismo. Esta corriente apela a la consolidación de Eurasia como contrapeso estructural y cultural frente a occidente. No se refiere meramente a Rusia como estado, sino a una tierra prometida e idealizada, que debe dar origen a una organización neoimperial formada por los que se identifican con esa cultura y con ese territorio. Para el autor, la enorme influencia de los modelos occidentales es un grave problema, pues la soberanía y la identidad de los pueblos debería responder a sus propios intereses, no al liberalismo o a las políticas de los organismos internacionales. Esta doctrina y otras similares tienen mucha importancia en el mundo contemporáneo. Eso debe ayudarnos a entender que ciertas ideas establecidas sobre geopolítica, soberanía e identidad, son insuficientes para comprender la vertiginosa actualidad. La guerra entre Rusia y Ucrania es una prueba más de ello.