La Ecuación de la Equidad: Desigualdad y Movilidad Social

En los últimos años se ha registrado una gran preocupación por la desigualdad social y económica en América Latina, tanto en los discursos políticos como en las políticas públicas. La idea básica de desigualdad es sencilla: resalta brechas y distancias. Sin embargo, se la confunde con frecuencia con una idea mucho más profunda y vigorosa, que es la de la inequidad.

La idea de equidad está asociada a la de justicia, y ésta no necesariamente  se encuentra en la igualdad. De hecho, a veces es más justa la desigualdad. No solamente en el caso de la justicia legal, que penaliza al delincuente quitándole su libertad y tratándolo de manera desigual frente al inocente o la víctima, sino también en la economía, donde es justo que el trabajador innovador y creativo, capaz de arriesgarse en un emprendimiento, tenga como premio a sus esfuerzos una mayor disponibilidad de bienes.

Lamentablemente, ambos conceptos suelen ser utilizados de manera indistinta, como si  desigualdad e inequidad fueran sinónimos. De esa confusión suelen nutrirse las políticas redistributivas más simplistas que, además, con frecuencia tienen efectos contradictorios a los propósitos buscados.

Los estudios de la desigualdad económica nacieron en realidad de la preocupación moral por la equidad, pero terminaron capturados por las variables y los indicadores seleccionados para el análisis empírico: los ingresos, los presupuestos familiares, los destinos del gasto, la localización de las inversiones y toda una gama de indicadores de concentración, dispersión, polarización, etc. Al final, se perdió de vista el problema original y fue reemplazado con descripciones empíricas de la desigualdad que la definen como indeseable según su dimensión o magnitud.

Por eso, puede afirmarse que confundir desigualdad con inequidad no es sólo conceptualmente equivocado, sino que puede conducir a verdaderos desastres de política pública, como los que han protagonizado los experimentos denominados socialistas, cuya experiencia permite anticipar también el fracaso del igualitarismo contemporánea de las experiencias populistas en América Latina. Creyendo que se hace justicia con la igualación de ingresos y consumos se rompe el principio fundamental de la acción económica, el de que ella responde a incentivos. Cuando éstos se ignoran se inhibe la inversión y la creatividad de los trabajadores y empresarios, y se desalientan los esfuerzos de superación al premiar a los menos preparados y a los que menos trabajan con remuneraciones más altas y un nivel de consumo superior al que corresponde a su contribución. Con el tiempo, la economía tiende a estancarse y la disponibilidad general de bienes y servicios se contrae, dificultando cada vez más la satisfacción de las necesidades.

Esos procesos se agravan por la intervención paternalista del Estado, cuya burocracia ofrece resolver los problemas de la gente pero en los hechos termina atrapada en la misma lógica desalentadora del igualitarismo: no tiene sentido un mayor esfuerzo si el premio es el mismo.

La lucha contra la desigualad, por lo tanto, puede terminar generando mayor injusticia, tanto sobre aquellos cuyos frutos expropia, como para el conjunto de la sociedad, sobre todo cuando sus políticas se aplican por mucho tiempo.

La desigualdad, por lo tanto, no es en sí misma un problema. La que sí es un problema es la inequidad, la injusticia. Los órganos de la sociedad creados para satisfacer el bien común deben asumir como responsabilidad fundamental la de promover la justicia, tanto a nivel social como personal. La justicia, o para el caso la equidad, es un aspecto fundamental de la cohesión social: ningún orden es sostenible si los sujetos no perciben que hay en él cierta justicia o que ésta se amplía.

Si la desigualdad no es por sí misma un problema y el igualitarismo no equivale a justicia, ¿Cómo resolver entonces los problemas de inequidad? La respuesta está en la movilidad social.

Así como es necesario enfrentar la pobreza aumentando la disponibilidad de bienes y servicios de manera que se pueda garantizar un mínimo digno para todos los ciudadanos, la inequidad debe enfrentarse levantando barreras a la movilidad social, y creando nuevos caminos para que la gente transite de acuerdo a sus aspiraciones y esfuerzos.

La desigualdad se convierte en injusticia cuando no hay posibilidades de movilidad social. Es decir, cuando el origen de una persona determina sus posibilidades de realización y condiciona su bienestar. En esos casos, el esfuerzo no tiene premio y es desalentado, lo que obviamente daña a la persona que lo realiza y también a la sociedad en su conjunto.

Tomando en cuenta esta conceptualización, podría postularse que el malestar social no emerge de la desigualdad y la pobreza, sino de la inequidad social, sobre todo cuando se percibe que el crecimiento no permitirá la satisfacción de las expectativas, sea porque es muy lento o porque no remueve los obstáculos a la movilidad social.

Estas reflexiones permiten destacar la necesidad de estudiar con el mayor detenimiento posible tanto las condiciones de la desigualdad como las de la movilidad social. Eso es lo que nos proponemos hacer en este proyecto, concentrando nuestra atención en la ciudad de Cochabamba, como un caso específico e ilustrativo de la realidad boliviana, y a partir de los datos primarios obtenidos en las encuestas del Foro Regional y en las disponibles del Instituto Nacional de Estadística.

Objetivos

  1. Describir las condiciones de la desigualdad en Cochabamba.
  2. Describir las condiciones de la movilidad social.
  3. Identificar los patrones de desigualdad y los mecanismos de movilidad social.
  4. Proponer opciones de política pública que puedan contribuir a dinamizar la movilidad social y crear mayores oportunidades para la justicia social.

Metodología

Este trabajo estará basado en la información primaria que se obtuvo en la primera ronda del Foro Regional y que se levantará en la segunda ronda, siendo complementado por los datos que se obtengan de la encuesta de hogares 2011 del programa de Mejoramiento de las Condiciones de Vida del INE.

La primera ronda de la encuesta FR se obtuvo en el mes de abril de 2013 a partir de una muestra de más de 1000 personas en la región de Cochabamba. La muestra es representativa a nivel regional al 95%, y también lo es a nivel metropolitano, al X%. Los datos obtenidos en dicha encuesta permiten describir las desigualdades de ingresos, disponibilidad de bienes y acceso a servicios en la población cochabambina.

La segunda ronda de la encuesta FR se levantará en el mes de agosto de 2013 y consistirá en una muestra de más de 500 personas en el ámbito metropolitano. Como la anterior, es una muestra por afijación proporcional que toma en cuenta las características espaciales, etarias, sexuales y económicas del universo poblacional.

En esta ronda, además de preguntas orientadas a captar la desigualdad, se ha introducido una amplia batería de preguntas que permitirán captar la movilidad social, intra e intergeneracional. Así, se han incorporado preguntas acerca de la trayectoria laboral y de las condiciones de trabajo y consumo de los padres del entrevistado cuando éste tenía 14 años. De ese modo, la información que se obtenga podrá ser también corroborada por los datos de la Encuesta de Movilidad Social levantada por el PNUD en el año 2009 (EMES).

La información será procesada estadísticamente mediante cruces de variables y obtención de indicadores estadísticos que permitan evaluar la consistencia de la información, tanto cuando se disponga de frecuencias como al momento de hacer comparaciones de medias.

El análisis será también gráfico, de manera que los cuadros y gráficos más representativos sean también utilizados en la presentación final de las conclusiones del estudio.

Resultados esperados

  1. Un libro descriptivo y analítico de la desigualdad y la movilidad social en Cochabamba.
  2. Un artículo breve de difusión del informe.
  3. Una presentación gráfico estadística para uso en foros, seminarios y reuniones de trabajo