INÚTILES E INEVITABLES | Los ciudadanos creen que las movilizaciones sociales de nada sirven para solucionar problemas y son muy perjudiciales, pero, finalmente, inevitables. Los cochabambinos son quienes más rechazan las protestas.
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Ante la frecuencia con que las principales ciudades, calles, avenidas y carreteras de nuestro país son escenario de las más diversas expresiones y movilizaciones de protesta, una mayoría de la población encuestada expresó su opinión negativa sobre los conflictos sociales.
“Con respecto a los conflictos sociales ¿con cuál frase está más de acuerdo?” fue una de las preguntas que se hizo y se pidió que la gente elija una de tres opciones: 1) Ayudan a solucionar los problemas, 2) Son perjudiciales y 3) Son inevitables.
A nivel nacional, 56,2 expresó su opinión negativa al considerarlas perjudiciales. Un 19,4 cree que son inevitables y apenas llega al 24,4 el porcentaje de quienes afirman que los conflictos sociales ayudan a solucionar los problemas.
Cochabamba es el departamento donde la gente tiene peor opinión sobre la utilidad de las movilizaciones. En este departamento, muy por encima del promedio nacional, llega a 64,5 el porcentaje de quienes creen que no sirven de nada, mientras que son 20,2 por ciento las personas que creen que los conflictos sirven para solucionar problemas.
Llama la atención en este punto que sea La Paz el departamento donde es menor la cantidad de gente que cree que los conflictos ayudan a solucionar problemas. Resignadamente, la mayor parte de la población paceña cree que aunque no sirven de nada, son inevitables. Paradójicamente, y contra lo que se suele suponer, es en Santa Cruz donde está más extendida la idea de que los conflictos sociales sirven para solucionar los problemas, pues allá llegan a 36,6 por ciento quienes así piensan.
Más conflictos
A las personas encuestadas se les preguntó si según su percepción y pensando en los últimos cinco años los conflictos en Bolivia, en cuanto a su frecuencia son más frecuentes, menos frecuentes o están igual que antes. La mayor parte de la gente, (46,3 por ciento), considera que ahora hay más conflictos sociales, 32,5 que éstos disminuyeron y 21,3 que no hubo variación.
Es en Santa Cruz (53,8%), donde más extendida está la idea de que los conflictos aumentaron durante los últimos años y es muy similar la percepción en Cochabamba (52,4%). En La Paz, en cambio llega a sólo 32,8 por ciento la cantidad de personas que así piensa, mientras que para 43,3 hubo una disminución.
Muy similares son las percepciones sobre la intensidad y nivel de violencia de los conflictos. En Santa Cruz y Cochabamba son más las personas que creen que actualmente los conflictos son más violentos que hace cinco años (64,4 y 60,7 por ciento respectivamente) y en La Paz la gente sostiene que los conflictos actuales, además de haber reducido, son menos violentos que los de antes.
Los más conflictivos
Los mineros cooperativistas, y los transportistas, aunque en diferentes proporciones, son los sectores más conflictivos según la opinión de las personas encuestadas en los tres principales departamentos del país.
En Cochabamba, la mala imagen de los transportistas como los más conflictivos es la peor. 38.7 por ciento de las personas así los ve, seguidos por mineros cooperativistas (15.1%) y cocaleros (13,2%). En Santa Cruz, en cambio, apenas llega a 8.8% la cantidad de gente que considera conflictivos a los transportistas.
Democracia y elecciones
Los bolivianos en general, con muy ligeras variantes entre uno y otro departamento, se sienten identificados con las prácticas electorales y tienen el respeto a las leyes en un lugar secundario en su escala de valores. Así lo indica la sección de la encuesta dedicada a evaluar la percepción de la ciudadanía sobre la democracia, las elecciones y los valores democráticos.
Según los resultados obtenidos, el acto de votar, plasmado en la realización periódica de elecciones es lo más importante para la democracia según la opinión de la mayoría de las personas encuestadas. A nivel nacional, 57,4 por ciento de la gente optó por afirmar “Que haya elecciones y la gente vote” y 42,2 por ciento se identificó con la afirmación “Que se respeten las leyes” cuando se preguntó: “Entre los siguientes, ¿cuál es más importante para la democracia?
La población cochabambina, aunque sin alejarse mucho del promedio de los tres departamentos considerados en el estudio, muestra algo más de apego al respeto de las leyes pues 44,7 considera que ese es el principal pilar de la democracia, frente a sólo 40,4 de los paceños y 42,9 de cruceños.
GESTIÓN PRESIDENCIAL Y CONFIANZA
Cochabamba es el departamento que menos aprueba la actual gestión gubernamental, el que menos confía en el Tribunal Electoral, el que ve con más escepticismo el cumplimiento de la Constitución Política del Estado y el que más duramente califica como un fracaso la reforma judicial para la elección directa de jueces. A juzgar por esos resultados, se diría que el escepticismo se ha apoderado de los cochabambinos.
En lo que a la aprobación de la gestión gubernamental se refiere, los datos son elocuentes. Apenas llega a 39,8% en Cochabamba la suma de quienes califican como “Muy bueno” o “Bueno” el desempeño gubernamental, frente a 47,4 en Santa Cruz y 51,1 en La Paz que así opina.
Quienes afirman que no confían nada en el Tribunal Electoral en este departamento llegan a un 17,3 %frente a 14,5 6,8 % en Santa Cruz y La Paz, respectivamente.
¿Hasta qué punto cree usted que se cumple la nueva Constitución Política en el país? fue otra de las preguntas que se hizo y una vez más, Cochabamba fue donde más dudas se tienen al respecto. 9,5% de la gente cree que no se cumple “nada”, mientras que en Santa Cruz llega a 7,9 y en La Paz sólo a 2,6 la cantidad de personas que así opinan.
ANÁLISIS
Conflictos sociales
EFRAIN GÓMEZ LARA Y FEDERICO ESCOBAR ÁLVAREZ (CERES)
Según datos de los últimos dos censos de población y vivienda (2001 y 2012), la población boliviana está concentrada en los centros urbanos y está en permanente crecimiento, con lo que también aumentan los problemas sociales y necesidades insatisfechas de la población. Con esta situación también cambió la fisonomía de los conflictos sociales en el país. Actualmente las movilizaciones se aglutinan en los centros urbanos y predominan otros actores sociales, como organizaciones vecinales, comerciantes minoristas, transportistas del servicio público y otros, dejando de lado a sectores tradicionales, como fabriles, obreros, campesinos, colonizadores (ahora interculturales), aunque esta situación podría deberse por la fuerte vinculación que tienen estas organizaciones sociales con el gobierno, es decir, tienen otros medios de vinculación con el gobierno. Algunos analistas hablan de una política clientelar, como sucede con la COB, Csutcb, organizaciones como las Bartolinas y los “Interculturales”. No quiere decir que ellos no se movilicen, sino muy pocas veces lo hacen pero al final ratifican su apoyo y actúan como defensores de las políticas del gobierno y buscan deslegitimar las movilizaciones de otros sectores que no comparten la línea del MAS.
La forma de movilización sigue siendo principalmente las marchas y los bloqueos y en los últimos años han empezado a emerger otros actores que no vienen de estructuras consolidadas, sino de organizaciones ciudadanas como activistas y grupos colectivos como se los ha visto en la defensa del Tipnis y la lucha contra la violencia a la mujer, donde están principalmente la población joven, situación que al parecer delata que los jóvenes no están convencidos de las medidas del gobierno, la coherencia entre el discurso y la práctica (defensa de la madre tierra, recursos naturales, etc.)
Más allá de antiguos o nuevos actores, estos conflictos sociales siguen siendo muy perjudiciales para la población en general, reproduciéndose el perjuicio entre pares más que dañando al Estado, además en estos años de gobierno de “movimientos sociales” los dirigentes de las organizaciones sociales buscan protagonismo en la capacidad de convocatoria y movilización para hacer notar su presencia frente al Estado, no es casual que varios dirigentes de estos sectores se encuentren como asambleístas o candidatos. Lo que implica que los conflictos tienen múltiples sentidos y usos que van más allá de las calles y las reivindicaciones.
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