Algo satisfechos con su situación económica

Algo satisfechos con su situación económica

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Por: Fernando Avendaño

Los ciudadanos del eje metropolitano del país expresan una leve satisfacción con su situación económica actual. Siete de cada 10 personas consultadas (69 por ciento) describen su desenvolvimiento económico como regular. Esta primera imagen de punto medio, da paso a la balanza, inclinándose levemente a lado positivo, pues el 22 por ciento responde que su situación económica está “bien”, y sólo el 7 por ciento ve «mala» su economía.

El 54 por ciento afirma contar con empleo; el 27 por ciento estudia, y el 15 por ciento se dedica a las labores de casa. También existe un 4,6 por ciento que declara no estar trabajando actualmente, aunque sí tiene empleo, mientras que los que se hallan en la busca de trabajo llegan a 3,6 por ciento. Al margen de estas respuestas, hay un 3,4 por ciento que afirma haberse jubilado o tiene una discapacidad permanente. Queda un exiguo 1 por ciento que no trabaja ni busca empleo.

Sin embargo, el 68 por ciento de quienes tienen empleo no cuenta con un contrato formal. Este privilegio sólo llega al 11 por ciento. Además, existe un 13 por ciento que posee contrato por tiempo determinado, mientras que 7 por ciento cobra por obra concluida.

Además, sólo una de cada cuatro personas que afirman tener empleo cuenta con seguro médico (26,8 por ciento) y realiza aportes para su jubilación (26 por ciento). En la misma línea, el derecho de contar con vacaciones pagadas sólo llega al 34 por ciento de quienes tienen empleo.

Si bien el 40 por ciento afirma que destina al trabajo las ideales ocho horas diarias, un 11 por ciento reporta 10 horas, y un 9,8 por ciento, 12. Con cifras menores de 2 por ciento aparecen quienes dicen trabajar 14 horas y otro 2 por ciento, 15.

Entre los desempleados, el 67 por ciento afirma que quisiera trabajar y el 30 por ciento responde que buscó trabajo en los últimos tres meses.

El 42 por ciento de la población total (empleados y desempleados) quisiera tener su empresa propia, mientras que el 22 por ciento elegiría trabajar en una firma estatal y un porcentaje similar en una privada. También existe un 12 por ciento que quisiera ser empleado de una empresa extranjera.

A la consulta de qué es lo que más valora a la hora de elegir un trabajo, hay un relativo empate de 32 por ciento entre la remuneración económica y la estabilidad. El tercer lugar, lo ocupa la opción de los beneficios sociales.

UN POCO MEJOR QUE ANTES

Pese a las respuestas negativas, subsiste una ligera sensación de que las cosas mejoran. Cuando se consulta a los ciudadanos si creen que su trabajo es mejor que el de sus padres, el 66,5 por ciento responde que sí, mientras que la percepción negativa corresponde sólo al 33,5 por ciento.

Algo más de la mitad de la población consultada (52 por ciento) calcula que sus ingresos mejoraron en los últimos dos años. El 27 por ciento reporta mayores ingresos, mientras que los que ven una merma llegan a 20 por ciento.

También la mitad de la población (49 por ciento) calcula que lo que gana alcanza justo para la supervivencia de su hogar. El 25 por ciento responde que los ingresos no alcanzan y el 20 por ciento, que sobra y tiene para ahorrar.

ANÁLISIS

MAURICIO PIEJKO – CIUDADANÍA

 

Se ha profundizado el empleo informal

Surgen cuestionantes sobre la dinámica del empleo en una coyuntura de post bonanza económica: ¿Ha existido una mejora en las condiciones del empleo?  ¿Qué resultados generó las políticas de estado y el crecimiento económico anterior?

Los resultados preliminares de la encuesta del Foro Regional (2016) en las principales regiones metropolitanas del país (Cochabamba, La Paz y Santa Cruz) mostraron que la tendencia a nivel general es el predominio de trabajos a cuenta propia como fuente de refugio de la fuerza laboral; es decir, aproximadamente el 60 por ciento de los trabajadores laboralmente activos desempeña algún tipo de ocupación por sus propios medios y tan sólo el 40 por ciento se halla bajo relaciones asalariadas. Además, estos datos evidencian que son el comercio (35,6 por ciento) seguido de servicios privados (19,9 por ciento) las principales actividades en las que se insertan los trabajadores. Si a esta situación sumamos que casi 70 por ciento de los trabajadores no cuenta con un contrato laboral, y que ni el 30 por ciento tiene seguro de salud y protección social de largo plazo (no aportan a las AFP) veremos que la inestabilidad, la incertidumbre y la precarización en las relaciones laborales se han profundizado.

Esto lleva a plantear hipótesis de trabajo que niegan el virtuosísimo beneficio de lo que fue la bonanza económica y la política de estado sobre la dinámica de mercados de trabajo en Bolivia. Paradójicamente a lo que se consideraría un proceso de asalariamiento en sectores productivos de generación de valor agregado, en condiciones de estabilidad y de elevados ingresos, la bonanza y las políticas expansivas de gobierno han derivado en tendencias de empleo, que son la expresión de la espontaneidad (economía popular) –que emerge de las estrategias de supervivencia familiar–, que utilizan los trabajadores frente a un contexto económico incierto, que brinda pocas oportunidades de inserción en sistemas productivos de trabajo estable y bien remunerado. La reflexión y la acción pública deben partir de una comprensión de la problemática laboral no sólo en términos cuantitativos y numéricos, sino también cualitativos y estructurales.