Redacción Central – Los Tiempos
Más de 31 años después de la inauguración del periodo más largo de nuestra historia republicana durante el que estuvo plenamente vigente –aunque siempre con muchas limitaciones e imperfecciones—un régimen democrático, en el que las relaciones entre gobernantes y gobernados son muy diferentes a las que solían prevalecer durante los regímenes militares, resulta por demás importante conocer la evaluación que hace la gente sobre las diferencias, ventajas y conveniencias, de ambas formas de gobierno.
Con el propósito de conocer las opiniones de la gente sobre tan importante tema, a las personas encuestadas se les pidió elegir entre dos frases según cuál sea la que mejor refleja su opinión sobre el valor de la democracia en comparación a otras posibles formas de gobierno. “A la gente como usted (…) ¿ le da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático?” fue la primera de las dos opciones y “La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, fue la segunda.
Ante tal disyuntiva, la respuesta de la gente fue categórica. 72,5 por ciento respaldó la afirmación según la que “La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno”, mientras llegó sólo a un 20,2 por ciento el grupo de quienes consideran que le da lo mismo una u otra forma de gobierno.
Vistas las percepciones desde el punto de vista del género, la encuesta indica que las mujeres son más indiferentes que los hombres en relación al tipo de gobierno. Mientras 75,54 por ciento de los varones dan importancia al asunto, a 23,10 por ciento de las mujeres les resulta indiferente. Sin embargo, es por demás significativo el hecho de que en uno u otro caso, más allá de la ligera diferencia, la opinión mayoritaria es siempre favorable a la vigencia de un régimen democrático.
Si algo notable se puede hallar en el resultado de las encuestas sobre este tema, es si se observa la actitud de las personas según su nivel de educación, se encuentra que el segmento que con más indiferencia ve la forma de gobierno es el de quienes tienen un nivel de formación universitaria completa. El 26,23 por ciento de quienes pertenecen a ese segmento afirma que le da lo mismo un régimen democrático que uno dictatorial.
Desde el punto de vista de la edad, son los más jóvenes, independientemente de su sexo, quienes con más indiferencia ven el tipo de gobierno vigente en el país. En efecto, entre quienes afirman que les da lo mismo un régimen democrático que uno que no lo sea, se destacan quienes tienen edades comprendidas entre los 18 a 25 años (26,53%). En el otro extremo, quienes con más frecuencia sostienen que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno son quienes tienen más de 56 años (77,33 por ciento).
Asumiendo la posibilidad de que no todos tienen la misma interpretación sobre lo que significa la democracia, se hizo la siguiente pregunta: ¿Qué significa para usted la democracia? Y se dio a las personas encuestadas un amplio abanico de posibilidades.
Entre todas ellas, “Libertad de expresión” (12,65 por ciento) fue el concepto con el que más gente se identificó a la hora de dar algún contenido concreto a la democracia. Muy cerca de esa valoración, estuvo con un 11,47 por ciento de las opiniones, la que asocia el concepto “democracia” con “Bienestar, progreso económico y crecimiento”. “Libertad”, sin especificar lo que se entiende por ese concepto, fue la tercera opción más frecuentemente escogida.
En el otro extremo, valores como “Igualdad de razas” o “Participación de las minorías” aparecieron como las menos señaladas.
A PESAR DE LOS PESARES
Con el propósito de verificar la solidez de la adhesión o el cuestionamiento a la democracia expresada en las anteriores respuestas, a la gente encuestada se le preguntó si hasta qué punto está de acuerdo con la siguiente afirmación: “Puede que la democracia tenga problemas, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno”. Las respuestas mayoritarias ratificaron que la gente se identifica con la democracia no porque no sea consciente de sus limitaciones, sino a pesar de ellas. En efecto, en una escala de 1 a 7, resulta muy significativa la mayoría entre quienes ubican su percepción entre el 4 y el 7. El 28,0 por ciento de las personas encuestadas da una calificación de 5 a la democracia pese a sus imperfecciones, 18,4 y 18,2 se ubican entre los niveles 4 y 6, mientras solamente 17,3 por ciento da una calificación inferior a la media.
Esa valoración relativamente positiva de la democracia, sin embargo, no va aparejada de una apreciación similar sobre los partidos políticos. En efecto, resulta mayoritaria la cantidad de personas que considera que la democracia puede perfectamente existir sin partidos políticos. También en un rango de 1 a 7, llega a 49,14 por ciento la cantidad de gente que se ubica entre el 1 y 3, mientras sólo llegan al 34,48 por ciento quienes se ubican entre el 5 y 7, rango de quienes consideran que los partidos son necesarios.
Esa percepción es constante independientemente del género, edad o nivel educativo que no resultan relevantes en este tema.
Instituciones poco fiables
Medir el nivel de confianza que en la ciudadanía inspiran tres instituciones fundamentales del sistema democrático, como son el Tribunal Supremo Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia y la Gobernación de Cochabamba fue el propósito de otro grupo de preguntas, a las que la gente respondió.
De las tres instituciones, el Tribunal Supremo Electoral fue el menos favorecido por la opinión de la ciudadanía, pues llegó a 68,5 por ciento la cantidad de gente que le dio una calificación inferior a 4, entre 1 y 3.
No mucho mejor le fue al Tribunal Supremo de Justicia, que mereció una calificación reprobatoria de 66,6 por ciento de las personas encuestadas.
La Gobernación departamental, por su parte, sin llegar a niveles tan bajos, tampoco logró una calificación aprobatoria. 59,9 por ciento considera que su desempeño es inferior a 4 en una escala de 7, mientras que sólo un 3,1 por ciento y un 2,4 respectivamente considera que merece una calificación de 6 y 7 respectivamente.
Análisis
¿LA INSTITUCIONALIDAD EN CRISIS?
María Teresa Zegada
Socióloga – CERES
En 30 años de democracia, determinados patrones de comportamiento institucionales parecen haberse arraigado en la sociedad boliviana, más de lo que solemos suponer. Una demostración histórica fue la salida de la crisis desencadenada el 2003 con la renuncia de Sánchez de Lozada, cuya resolución, en el marco de una sociedad altamente movilizada y un sistema político partidario absolutamente debilitado, fue encaminada en los marcos de la institucionalidad y la legalidad.
La encuesta realizada en la región metropolitana de Cochabamba, casi diez años después de dicho colapso, muestra la importancia de la ley en el imaginario social y pone en tela de juicio el cumplimiento a la Constitución por parte del Gobierno.
Aproximadamente un 64 por ciento de los cochabambinos que habitan en la región metropolitana están de acuerdo en que, más allá de que las leyes sean buenas o malas, éstas deben respetarse, esta respuesta es generalizada y se podría afirmar que es independiente del género o rango de edad de los encuestados
Contrariamente a este sentimiento, el 66,8 por ciento percibe que el Gobierno no respeta la Constitución Política del Estado o que ese respeto es muy bajo. Y justamente aquellos(as) que sostienen la importancia del respeto a la ley, son quienes a la vez perciben que el Gobierno no respeta la principal ley del país que es la Constitución, este porcentaje crítico asciende del 65,6 por ciento del total de los encuestados.
Otro aspecto relacionado con la institucionalidad, pero en este caso política, tiene que ver con la percepción de los encuestados respecto a los partidos, que son por excelencia los actores centrales del sistema. En este sentido, cerca al 49 por ciento piensan que el pueblo debe gobernar directamente y no a través de representantes electos.
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